24 horas en Buenos Aires: lo que haría si fuera mi último día allí
No para verlo todo. Sino para sentirlo todo. Como si no hubiera mañana. Como si ese fuera mi adiós.
Si supiera que solo tengo un día más en una ciudad que amo, no lo llenaría de monumentos.
No correría de museo en museo. No tacharía cosas de una lista.
Haría lo que me hace sentir que ese lugar me pertenece. Que me habitó, aunque solo estuviera de paso.
Y si ese lugar fuera Buenos Aires, esto es lo que haría:
☀️ 08:00 – Despertar con olor a café y medialunas
Me levantaría sin alarma. Caminaría hasta la cafetería de la esquina en Palermo.
Pediría un café con leche y dos medialunas de manteca. Me sentaría junto a la ventana a ver cómo despierta la ciudad.
Y respiraría hondo. Porque todo empieza con olor a pan caliente.
📚 10:00 – Paseo por la librería El Ateneo
Entraría solo a mirar. A tocar libros. A escuchar el silencio entre estanterías.
Tal vez no compraría nada, pero me llevaría una frase anotada en mi libreta.
Porque las librerías, como las ciudades, también guardan historias.
🌳 12:00 – Caminata por los Bosques de Palermo
Sin música. Solo con el sonido de las hojas, las bicicletas, la vida.
Me sentaría en el pasto y dejaría que el sol me toque un rato la cara.
Y recordaría por qué a veces el verde es todo lo que uno necesita.
🥩 14:00 – Almuerzo con sobremesa larga
Buscaría una parrilla de barrio, no una de moda.
Pedacitos de carne, papas, pan crujiente. Un vaso de vino tinto.
Y una sobremesa sin reloj.
Porque en Buenos Aires, la sobremesa es parte de la comida… y de la vida.
🎭 17:00 – Teatro Colón por fuera, calle Corrientes por dentro
No iría a un tour. Solo caminaría despacio por esa zona donde el arte todavía se cuela entre semáforos.
Entraría a un teatro pequeño si hay función. O simplemente me sentaría a mirar la gente pasar.
🌇 19:00 – Atardecer en la Costanera Sur
Vería cómo el sol cae sobre el río marrón.
Escribiría algo, tal vez. O no haría nada.
Porque a veces mirar cómo se va la luz es el acto más poético que uno puede tener.
🎶 21:00 – Cena con tango de fondo
Un bodegón con manteles viejos. Una radio sonando bajito.
Un tango antiguo.
Una copa más. Y una última mirada.
Y la certeza de que, si me tengo que despedir… esta es la manera correcta.
🧡 Conclusión: cada ciudad tiene una forma de decir adiós
Y si solo tuviera 24 horas más, no buscaría ver lo que todos ven. Buscaría sentir lo que solo yo sentí ahí.
Porque en el fondo, un viaje no se mide por lo que haces, sino por lo que dejas cuando te vas.